| Y SE NOS FUE EL “TÍO FIDE”

@pablojair

  • Panistas-yunistas pintados de naranja en Coatepec.

El corazón de Fidel dejó de latir con fuerza
–Armandito Assante, en lugar de Chopenjawer

Amado u odiado: ese era Fidel Herrera Beltrán.

Hay gente en Veracruz que lo recuerda con mucho cariño, con anécdotas que les quedaron muy grabadas en el pecho y la memoria. Otros lo repudiaban y no dejaban pasar ningún momento para recriminarle todos los males que se les ocurriera en la entidad.

Así era de controvertido el famoso “Tío Fide”, apodo con el que los nativos de este estado conocimos al ex gobernador. Con él se va toda una era de la plenitud del “pinche poder” del PRI en Veracruz.

Fue el último gobernador tricolor que pudo dejar a su relevo, Javier Duarte, estando ausente el jefe político nacional (el presidente priista) en Los Pinos. Hasta ahí se puede decir que existía el poderoso PRI de Veracruz, un dinosaurio monstruoso que gozaba de cabal salud, fuerte y caminando con paso firme.

Se sabe que el fallecimiento de Fidel fue alrededor del mediodía de este viernes 2 de mayo.

Hay muchas anécdotas sobre Fidel Herrera Beltrán y creo que todos en Veracruz tenemos alguna con él: que si apoyó en ese momento cuando sacaba dinero del bolsillo cuando la gente le pedía ayuda o simplemente por la sorprendente elocuencia y memoria que tenía al momento de dar un discurso o una entrevista.

Recuerdo que alguna vez fue entrevistado por Denise Maerker respecto a las devastadoras inundaciones que dejó el huracán Karl en Veracruz, en septiembre de 2010. A la pregunta de cómo estaba el estado, Fidel Herrera se echó una cátedra sobre la historia de Veracruz, las estadísticas de huracanes en territorio jarocho, la situación poblacional afectada, la gran cantidad de ríos en la entidad, temas políticos, de seguridad, de cultura, etcétera… Un choro como de 8 minutos solito.

Al final Denise Mearker dijo algo así como “pues ya qué te pregunto, si ya nos dijiste todo”.

También se puede decir que era cercano a la gente: no pocas veces agarró un taxi en Xalapa o el puerto de Veracruz y se le escapaba a la Ayudantía, pues al Tío Fide no le gustaba perder el tiempo en logísticas absurdas.

Alguna vez, por ejemplo, salió de Palacio de Gobierno para caminar un rato y despejarse. Se le ocurrió entrar a la Catedral de Xalapa para curiosear y se encontró con las artesanas que venden bordados, perfumes, miel, etc. Fidel les comenzó a comprar, pero se dio cuenta de un pequeño detalle: no llevaba efectivo. En ese momento apareció un personaje muy querido en Xalapa que le prestó el dinero para salir del pequeño apuro. Llegarían minutos después sus asistentes para reponer el recurso prestado: “El Gobierno de Veracruz le agradece y le retribuye a usted su aportación” fue el comentario en corto del Tío al rescatista, entre risas.

“Tío Fide” también era muy adicto a la lectura: se le podía ver en aviones o camionetas leyendo de todo mientras viajaba. Alguna vez le tomé una foto leyendo la novela entonces de moda: “El Perfume”, de Patrick Süskind, cuando visitaba Coatzacoalcos en una gira como gobernador.

Anoche, Celia —una amiga muy querida— me contaba desde Tuxpan que ella fue testigo incluso de un evento quizás sobrenatural o paranormal que le ocurrió a Fidel: “Yo trabajaba en el IVEC en aquella época y ya ves que de pronto inventaba festivales y cosas que nos ponía a andar. Fue así como un año se le ocurrió armar uno en la zona arqueológica del Cuajilote; llegó en el helicóptero y allá fue a campo traviesa a recibirlo la directora, Esther Hernández Palacios, él la saludó y se sacó del bolsillo una gorra roja y con ésta le tumbó el sombrerito todo cuquis que llevaba ella y le puso la gorra. Al rato se subió al templete improvisado de madera y los ancianos venerables del lugar le entregaron un bastón de mando que Fidel agarró y se puso a jugar con él, agitándolo como si fuera bate de béisbol o palo de piñata, no sé. Y entonces (yo estaba ahí a un metro, con el staff) lo soltó con una mano y le empezó a escurrir sangre a lo cabrón, que caía sobre la tarima de madera y se estaba formando un charquito. Él volteó y empezó a llamar a gritos a la de Protección Civil: ‘¡Martha, Marthaaaa!’, y la otra platicando por allá. Ya hasta que vino la mujer con el botiquín y le limpiaron la mano y el desmadre, y sacaron con qué vendarle la mano pero resultó que no tenía NADA, ni un rasguñito”.

—¿Ah chinga y qué le pasó?
—Sepa la madre. Y el bastón era un palo forrado con tela de encaje, o sea, nada que lastimase…
—Chale, estuvo raro eso.
—No, no, de la mano brotaba la sangre y le escurría al piso. Como que los ancestros del lugar le mandaron un zarpazo por andar jugando.

A Fidel Herrera también siempre le atribuyeron que fue el que facilitó la entrada de la delincuencia organizada en Veracruz, pero la verdad es que ya existía y operaba desde hace rato, con la misma complicidad de gobiernos anteriores.

Un capo pesado (casi-casi capo de tutti capos) detenido en tiempos del gobernador Miguel Alemán (1998-2004) fue Alberto Quintero Meraz. Anteriormente se hablaba de personajes como Felipe “El Indio” Lagunes o Roque Spinoso Foglia; había también historias como Llano de la Víbora, en 1991, cuando una avioneta cargada de droga bajó y generó un enfrentamiento entre soldados y agentes federales.

No es por exculpar al “Tío Fide” (finalmente la mafia siempre requiere protección política y policíaca), pero tampoco es el único culpable de todos los males recientes en Veracruz. Ese crédito también lo comparte con el ex presidente Felipe Calderón y su absurda guerra contra el narco, encabezado por su corrupto super-policía Genaro García Luna, en alianza con el Cártel del Pacífico, que alborotó el avispero que todavía no termina por zumbar.

Pero ese es el punto: hay quienes afirman que Fidel era malo e incluso le cargaron unos cuantos muertitos, mientras otros lo recuerdan como el vato que vino desde abajo, conoció el hambre, lo que era caminar para vender de casa en casa y apoyar al que se lo pidiera.

Nadie puede negar, en ese aspecto, que fue “Tío Fide” un niño pobre, cuenqueño afroveracruzano cuyos antepasados llegaron como esclavos a sobrevivir en las plantaciones de algodón.

Fidel Herrera, fue, tratando de resumir, un personaje fuera de serie: con una memoria privilegiada, capacidad de análisis y respuesta en momentos de crisis; con conocimiento nivel omnisciente de lo que pasaba en el estado. Pero, sobre todo, un hombre mañoso, de la “old school”. Un viejo lobo de mar de esos que ya no existen.

De estos veracruzanos quedan sólo dos —también ex gobernadores— con esas mismas cualidades: Dante Delgado (quien combate al cáncer de estómago); y su archinémesis Miguel Ángel Yunes Linares, con quien tuvo una amistad muy estrecha durante la juventud universitaria, pero al final terminaron peleados.

Debe comentarse que este adversario político fue quien la noche de este viernes expresó sus condolencias, como buen caballero: “Mis más sinceras condolencias a la familia Herrera Borunda por el fallecimiento del Licenciado Fidel Herrera Beltrán, quien fuera Gobernador de Veracruz y legislador federal. Que descanse en paz”.

Otra persona que mostró altura política fue la gobernadora Rocío Nahle, ya empoderada como jefa política del estado (lo demostró en la reciente marcha del Día del Trabajo con líderes sindicalistas y magisteriales), quien no se pelea con los fantasmas del pasado y publicó: “A nombre del pueblo de Veracruz y de una servidora, extiendo las sentidas condolencias a familiares del exgobernador Fidel Herrera Beltrán ante su sensible fallecimiento. Fue un destacado político y representante de Veracruz en varios escenarios de la vida pública. QEPD”.

De “Tío Fide” nunca acabaríamos de escribir ni contar cosas. Todo el mundo tiene una historia que contar sobre él. Hay muchas en su despacho, en helicópteros, en reuniones privadas…

Muchos lo recuerdan, eso sí, en general, como el “Tío Fide”: el hombre de mucha suerte (con dos boletos de lotería ganados) y que siempre se salía con la suya.

Al final de cuentas, la vida —como a todos les pasó, nos pasa o pasará— nos cobra las facturas pendientes. Así es la vida hasta para los fuera de serie.

LOS PANISTAS-YUNISTAS “NARANJAS” DE COATEPEC
 
Contrario a la propaganda donde se pitorrea de los Yunes, parece que en Coatepec el “movimiento naranja” no tuvo ningún cargo de conciencia para admitir a yunistas entre sus filas.

Es el caso del propio candidato Edson Corona, quien financió la campaña y estuvo siempre respaldando a un ex alcalde panista, Enrique Fernández, organizándole mítines, prestándole equipo, camionetas y pagándole estructura electoral; motivo por el cual, fue uno de los contratistas y proveedores consentidos en el cuatrienio. Durante esa gestión, abundó el trabajo con contratos y adjudicaciones directas, dejándose querer en ese momento por el PAN y la cofradía yunista.

Otro caso es el de la ex regidora Sofía Viveros, una maestra jubilada que vivió del PAN y así lo presumía con sus más de 15 años de militancia.

Al igual que Edson, en la misma administración panista, fungió como directora de Educación Municipal, al no alcanzar una regiduría. En la elección pasada, volvió a estar dentro de la planilla del panista Manolo Sánchez, ahora obteniendo la regiduría cuarta.

Ahora, sin terminar su gestión, no solo deja el trabajo tirado, sino que de repente olvidó sus años de militancia azul para irse a MC y andar en la comparsa.
 
A todo eso se le llama falsedad e incongruencia, por decirlo con respeto; y que falso, incongruente y lamentable que MC acepte a yunistas azules y ahora los pinte de naranja.