La mala noticia es que se cayó un muro de contención recién construido en Xalapa; la buena noticia es que está dentro de la garantía y la empresa deberá reparar los daños. 

La pregunta es ¿Qué pasa con aquellas obras que sin tener mucho tiempo de construidas, fallan? Las garantías y las fianzas no pasan del par de años, y después de ese periodo todo queda a costa de las autoridades.  

En esta ocasión, las lluvias asociadas a la Tormenta Tropical “Erick” generaron daños en un muro de contención que se ubica en la colonia 21 de Marzo, sin que se reportaran personas lesionadas; sin embargo, la empresa constructora deberá cumplir con la fianza de garantía y realizar las reparaciones correspondientes, afirmó el alcalde Alberto Islas Reyes. 

Al realizar un recorrido acompañado por personal de las direcciones de Protección Civil, Obras Públicas, Seguridad Ciudadana y Tránsito y Seguridad Vial del Estado, el Edil explicó que el volumen de las precipitaciones pluviales generó presión sobre la estructura de gaviones, lo que causó que el muro se colapsara parcialmente. 

La razón del derrumbe parece clara… pero ese volumen de agua debió calcularse, esa posibilidad debió preverse. 

Pero lo cierto es que la responsabilidad no es tan fácil de deslindar. Los constructores son ejecutores de un proyecto, mismo que desarrollan las autoridades. Si al constructor le piden un muro de 10 metros, lo hará de 10 metros, ni un metro más ni un metro menos. 

Este tipo de fallas, así como el reencarpetado de varias calles de la ciudad que no tenían muchos años de haber sido intervenidas, deja en claro que es necesario revaluar las condiciones legales de construcción. 

¿Qué falló? ¿La construcción o el diseño? No es tan fácil de determinarlo.

Vergonzosa la manera en la que tendrá que irse de la Universidad Veracruzana el actual rector Martín Aguilar

Resulta un tanto vergonzosa la manera en la que tendrá que irse de la Universidad Veracruzana el actual rector Martín, peor cuando se han puesto al escrutinio público las trampas legaloides con las que ha pretendido conservar el poder en la UV por un periodo más.

¿Valdrá la pena perder tanto? ¿Valdrá la pena enlodar el prestigio de vida con el que llegó a ocupar la Rectoría? ¿Valdrá la pena quedarse así, pese al generalizado rechazo?  

Sobre todo ahora que en el río revuelto salieron brincando del agua como salmones señalamientos de oscuras redes de lazos familiares y amistades que, supuestamente han influido -ya de dominio público- en el nombramiento de no pocos integrantes de la actual Junta de Gobierno de la UV, así como el otorgamiento de dobles plazas que han quedado entre los secretos que han sabido capitalizar en su momento líderes sindicales a su favor.  

El caso es que cada día que pasa sin emitirse la convocatoria de ley para el cambio de mando en la UV, se denigra más a la Institución, tanto que a estas alturas la salida de Martín Aguilar resulta poco y ya hay voces que señalan que tambien se deben ir también los integrantes omisos y entreguistas de la Junta de Gobierno e intentar sanear el actual proceso con una nueva Junta. 

El problema no es menor ni mucho menos, se está afectando el futuro inmediato de miles de jóvenes que al egresar de la UV cargarán sobre sus espaldas del desprestigio por tanta mugre que ha salido a la opinión pública, por el encaprichamiento de Martín Aguilar de conservar el poder.

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