¿Te imaginas pensar en comida 24/7? ¿A quién no le gusta disfrutar de una buena comida, de un buen postre o de una buena bebida caliente en días fríos? Incluso disfrutamos con anticipación de saber que más tarde vamos a comer algo que nos gusta mucho, ¡que delicia! 

¿Te imaginas que algo tan básico para vivir como lo es comer se vuelva una tortura? Cuando se tiene un  Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA) este pensar 24/7 en comida puede resultar una pesadilla y comer, más que un placer, resulta un problema casi matemático en el que deben medirse y compensarse los alimentos que se han ingerido o que deben quitarse de tu dieta diaria, ese pan que va a estar prohibido en tu comida porque ya comiste tortillas en el desayuno. 

Imagina que te invitan a comer, entonces desde la noche anterior estas pensando en qué vas a desayunar para compensar eso que vas a comer al medio día, incluso que vas a cenar, es más ¿sería prudente cenar? Incluso llegar al límite de rechazar salidas con tus amigos para evitar comer alimentos que puedan afectar tu peso o esas horas que pasas haciendo ejercicio, ¿te parece exagerado? Estos son solo algunos de los pensamientos que pasan por la mente de una persona con un TCA. A ésto, súmale cuando el TCA va mas allá generando un trastorno dismórfico corporal que es cuando una persona encuentra un “defecto” en su apariencia que puede llegar a obsesionarle y pensar que es extremadamente grande cuando en realidad los demás ni siquiera lo perciben y a veces, ni siquiera existe.

La mayoría de nosotros hemos crecido en una cultura donde es absolutamente normal hacer comentarios respecto al físico de las personas y a sus hábitos de alimentación. Si piensas que no es así, piensa en si alguna de las siguientes frases te suena familiar: “Si no te acabas los vegetales, no hay postre”, “¿Todo eso te vas a comer?”, “¡Ay!, ¿Otra rebanada?”, “Comí mucho pero al rato lo quemo en el gimnasio”, “Que bien te ves ahora que has bajado de peso”, “Te veo mas repuestito/a” “Que bonita te ves, así toda flaquita” y como éstas hay muchas más. Podría casi asegurar que en más de una ocasión has escuchado ó utilizado frases de este tipo y que varias de ellas, incluso las encuentras inofensivas. La verdad es que ni la pérdida de peso es señal de buena salud ni comer postre es una recompensa. Sin embargo, ¿qué efecto pueden tener este tipo de frases en nuestra relación con la comida? Frases como “Acábate lo que esta en tu plato y después puedes salir a jugar” pueden desarrollar conductas en las que dejemos de percibir las señales de saciedad de nuestro cuerpo y desarrollemos el hábito de sentir que no hemos terminado de comer hasta que veamos que no queda nada más en el plato, cuando la realidad puede ser que al comer la mitad de lo que había en el plato, nuestro cuerpo ya estaba satisfecho. “Si no te comes la sopa, no hay postre”, “me comeré una rebanada de pastel pero más tarde voy a salir a correr para quemarlo” nos hacen ver el postre como un alimento que nos tenemos que ganar, como una recompensa, algo que podemos comer únicamente cuando se merece y ¿qué consecuencias tiene esto? Una de las mas graves pueden ser los atracones, el no poder controlar la ingesta de alimentos dulces y entonces en vez de comer para saciar un antojo que tenemos (que es totalmente válido tener) se come de manera compulsiva, pensando que será la última vez que se va a comer ese alimento porque “esta mal comerlo”, sin escuchar las necesidades de nuestro cuerpo, llegar a un ciclo de compensación donde cada que se come un alimento “prohibido” entonces debe compensarse con horas de ejercicio o saltándose comidas para después volver a comer de manera compulsiva. Cuando la verdad, es que ese antojo de algo dulce a veces puede saciarse con comer media barra de chocolate, y sentirse bien después, sin sensación de culpa, sin ansiedad, sin sentir que ahora debe compensarse con esas horas de ejercicio. 

¿Un alimento puede realmente hacerte daño por si solo? La verdad es que no, de ser así no seria considerado un alimento sino un producto tóxico. Entonces, ¿de donde viene el problema? De nuestra relación con la comida, y no hablo meramente de comer para nutrir nuestro cuerpo, la comida también es gozo, cultura, arte. ¿Acaso no cuando viajamos nos gusta probar platillos típicos de los lugares a los que vamos? Cuando festejamos algo ¿lo más común no es salir a comer o cenar con la gente que queremos? Cuando cumplimos años ¿no disfrutamos de compartir un pastel con nuestros seres queridos? Entonces, ¿por qué tener que etiquetar a los alimentos como buenos o malos?

Es difícil comprender a una persona que tiene un TCA, incluso para quién lo padece puede ser difícil darse cuenta de que debe sanar su relación con la comida, difícil notar que el sentir culpa después de comer un alimento no es algo sano. Un TCA tiene un impacto profundo en la autoestima y auto-evaluación de quien lo padece. Es por ello que estas frases tan comunes que se usan de manera inofensiva deben pensarse dos veces antes de expresarse. Hay factores que no tienen que ver con la alimentación que pueden influir en el peso de una persona, debemos quitar esa idea de que una persona ha subido o bajado de peso porque no cuida su alimentación. Por ejemplo, en algunos casos la pérdida de peso puede deberse a problemas de salud física, de salud mental, a cambios hormonales, en estos casos ¿realmente crees que sería prudente hacer un cumplido sobre el peso que ha bajado o subido una persona? Dejar de utilizar este tipo de frases no va a curar a una persona que padece un TCA pero definitivamente nos ayudaran a no agravar el problema o a que no se desarrolle. Acciones tan simples como la manera en la que nos expresamos sobre nuestro cuerpo o los alimentos que consumimos frente a los niños, pueden ayudar a generar un impacto positivo o negativo en su relación con la comida. Un TCA puede desarrollarse a cualquier edad tanto en hombres como mujeres.

Debemos recordar que a lo largo de la vida habrán temporadas en las que nuestro cuerpo sea mas fuerte, otras en las que sea mas débil, mas delgado, mas grueso y esto no depende en un 100 por ciento de nuestra alimentación, lo normal es que nuestro cuerpo cambie y no debería sentirse ninguna presión por intentar mantenerlo igual todo el tiempo. 

Con base en lo anterior, te invito a reflexionar en cuantas veces has usado alguna de las frases anteriores con la mejor intención sin pensar en el impacto que podría tener en quien las recibe y a cuantas de ellas veías como un comentario normal ya sea hacia ti o hacia otra persona.